El banco quiere que la financiación de proyectos verdes llegue a ser el 40% de su cartera total. Su presidente ejecutivo visitó esta semana Ecuador.
La semana pasada, el presidente ejecutivo del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), Sergio Díaz-Granados, visitó varios puntos de Ecuador como parte de los proyectos de línea verde que apoya el organismo en el país y en la región, así como para reunirse con el Gobierno.
Primero estuvo en Galápagos, luego en Manabí, donde conversó con este diario sobre varios temas que relacionan a Ecuador con el trabajo que viene desarrollando el banco. Su viaje concluyó en Quito con una reunión con el presidente Guillermo Lasso, el pasado viernes.
¿Qué objetivos tenía su visita al país esta semana?
Básicamente tenemos la aspiración como CAF de acompañar los esfuerzos de la región en prepararse para el cambio climático y para tener un balance positivo en cuanto a biodiversidad y relación con la naturaleza. Ese es el horizonte del banco a 2026 y espero a 2030. La capitalización reciente que hicimos de $7.000 millones es para aumentar la capacidad operativa del banco. Además, la composición de esa cartera, llevarla mayormente a financiamiento verde, lo vamos a pasar del 20% (cerca de $6.000 millones) en 2021 al 40%. Va a crecer la cartera en tamaño y va a cambiar la composición. Aspiramos a acumular un total de cartera de $25.000 millones para 2026 en financiamiento verde. Ya tenemos claro el tamaño del banco y su horizonte. Por esa razón estamos en Ecuador esta semana, porque vamos a comenzar a construir la red de trabajo, los socios, para poder hacer esto realidad. El año pasado Ecuador recibió operaciones por cerca de $1.100 millones y probablemente podremos movilizar mucho más recursos para el Ecuador en unos cinco o seis años.
¿Qué apoyo dio esta semana a Galápagos específicamente?
La visita tenía un propósito y era poner a andar un proyecto con el Fondo Global del Ambiente (GEF) para contener las especies invasoras en la isla Floreana, porque se están deteriorando las especies endémicas de la isla. Ya hemos hecho proyectos similares en el pasado que han ayudado a restaurar los balances de los ecosistemas. De fondo también estamos mirando de qué manera en el archipiélago podemos trabajar en modernizaciones que permitan hacer mucho más sostenible la isla. Por ejemplo, los temas de vertimiento de aguas residuales, la parte de saneamiento, en el suministro de agua potable a los habitantes actuales, en los mecanismos de logística para hacer mucho más sostenible a las islas. Y estamos preparando otros proyectos asociados con la parte de consumo, energía y producción de energía en el archipiélago. Esto va camino a qué. Camino a la Cumbre de Océanos que tenemos en Portugal en junio, donde como CAF queremos hacer un anuncio de los compromisos como institución con lo que hemos llamado economía azul. Creemos que el banco es un banco azul y defiende los archipiélagos, no solamente Galápagos, que es la gran joya del Pacífico, muchas más islas en el norte y en el sur de América Latina.
¿Cómo entender el proyecto de ‘biodiverciudades’ que ya comienzan a conectar en Ecuador con el evento en Manabí?
La red (de biodiverciudades) arrancó el año pasado en Barranquilla, en diciembre. Entonces, es la primera vez que montamos una red de este tipo en Ecuador. Lo que hay que hacer es ponerla en funcionamiento y comenzar a dar ejemplos y atraer a más ciudades. Es un proceso de crecimiento. Arrancamos (el jueves) con ciudades grandes y pequeñas en la sierra, en la zona central, en la zona oriental, en la costa. Lo que esto significa en cada municipio es distinto. Una cosa va a ser pensar un municipio en el páramo y cómo trabajamos soluciones basadas en la naturaleza ahí, por ejemplo, con los cultivos de papa o la producción de leche, o qué significa en la costa los vertimientos sobre la bahía para efectos de la pesca. O qué significa esto en un archipiélago como Galápagos.
¿Cuál es el objetivo de la línea verde que ha tomado la CAF y qué influencia en ello tuvo usted?
El CAF viene haciendo proyectos de financiamiento verde no ahora, sino de hace muchos años y como banco multilateral se coordina con los requerimientos de los países. En lo personal, yo creo que hay varias cosas alineadas. Primero, que hay una alerta global y un compromiso de los líderes, de los presidentes de salvar el planeta, de cambiar la forma en que estamos consumiendo y produciendo. Tratar de ser cada vez mucho más sostenible. Eso está claro como mandato general y las instituciones tienen que navegar en esa dirección. Y en lo personal, yo creo firmemente en esto. Vengo de un municipio que ha sido afectado por cambio climático, Santa Marta, en el Magdalena, en el norte de Colombia, una ciudad costera que tiene una gran provisión de bienes naturales. Entonces, como responsable de la organización en este momento, también tengo la convicción de que es lo correcto y que hay que pensar con mentalidad de ancestro, hay que pensar que todos tenemos una responsabilidad que cumplir y que debemos tratar de salvar el planeta, que no es nuestro, sino de nuestros nietos y de las siguientes generaciones. Parte de eso orienta la inspiración de mover el banco hacia financiamiento verde.
¿Qué escenario le espera a la región en un año de recuperación y cómo afecta esto los objetivos ambientales que tiene la CAF?
Hay que tener en cuenta el contexto global primero. Hay una interrupción fuerte del comercio que viene desde la pandemia y acelerado por la crisis geopolítica entre China y Estados Unidos, hay una crisis energética en curso, por la invasión de Rusia a Ucrania y en seis, ocho meses, Europa dejará de comprar petróleo y gas a Rusia, pero comenzará a buscarlo en otras fuentes. Hay un desafío de transición energética de aquí al 2030: reducir 50% los gases de efecto invernadero. Si no tenemos ese progreso es muy probable que sea muy tarde. Reducir el 50% de emisiones en el mundo o en la región de América Latina va a tener ciertamente incidencia en la forma como producimos energía. El gran sector que aporta emisiones de carbono a la atmósfera en América Latina es la tala de bosques. La gran tecnología para resolver la emisión son los árboles. América Latina tiene del 25% al 30% del área reforestable para la solución. América Latina es el continente de solución, no somos los grandes contaminadores. La apuesta nuestra como CAF es a que la atención mundial gire alrededor de la reforestación en el caso de América Latina. La segunda gran fuente de contaminación en América Latina son las ciudades y particularmente el transporte. Entonces tenemos siete años para migrar de sistemas de transporte y estamos viendo tecnologías importantes en crecimiento, el hidrógeno, los carros híbridos, los carros eléctricos; estamos tomando la decisión de que tenemos que acelerar la transición porque somos conscientes de que la estamos embarrando por el peligro que existe. ¿Qué implica esto? Que tenemos que buscar tecnologías que no tenemos todavía y es ahí donde vienen los criterios de transición, tenemos que comenzar a aprender de transición. En CAF queremos acompañar la transición de aquí al 2030 y que logremos llegar a un nivel de reducción del 50% de los gases de efecto invernadero; ahí es donde estamos enfocando los esfuerzos como banco para ese propósito.
¿La dificultad es mayor que hace tres años para ese objetivo?
Sí, la pandemia nos dejó golpeados desde el punto de vista de empleo, de informalidad. Nos pasa una factura a largo plazo, que es la educación, la generación pequeña de la pandemia (que hoy tienen entre cuatro y ocho años) es la que se va a ver afectada el día de mañana. Entonces hay que, y es una parte de la misión del banco, centrarnos sobre todo en esa semilla latinoamericana. Hay diversas alternativas que podemos utilizar para enfrentar el coletazo de la pandemia. La economía circular, por ejemplo, nos ayuda a cumplir las metas de reducción de gases de efecto invernadero, de evitar la destrucción del planeta y generar el empleo necesario para las mujeres y para los jóvenes, que son los grupos más afectados por la pandemia.
¿Cómo ve a Ecuador en ese proceso?
Ecuador, al igual que el resto de los países de América Latina, quedó con una gran necesidad y grandes desafíos en materia de empleo, informalidad, en buscar fuentes de crecimiento, en recuperar la gente que se afectó por la pandemia, particularmente los que dejaron de ir al colegio. Yo creo que ahí tenemos un gran desafío, que es homogéneo para toda América Latina. Los grados de intensidad varían según el tamaño del país, su capacidad de endeudamiento, que tengan o no tengan política monetaria. Ecuador tiene una restricción financiera porque no tiene un banco central que provea soluciones monetarias y tiene que hacer un esfuerzo adicional a lo que hacen otros países en la parte macro, pero ahí está la gracia del trabajo en equipo e identificar en cada país y en cada ciudad lo que hay que hacer.
Fuente: www.eluniverso.com
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